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Foto: Vasco Szinetar

7 de Febrero de 2020.
ENTREVISTA // EL UNIVERSAL POR MARITZA JIMÉNEZ:

Krina Ber: “’Ficciones asesinas’ tiene todos los ingredientes de un thriller”

La ganadora del Premio Anual Transgenérico de la Fundación para la Cultura Urbana empezó a escribir en español a los 50 años.

Cuando Krina Ber (Polonia, 1948) llegó a Venezuela, en 1975, no sabía “ni decir buenos días”. Apenas en 2000 empezó a escribir en nuestra lengua, y hoy ha consolidado una carrera literaria que ya quisieran muchos.

La lista de sus premios y reconocimientos  se pierde de vista: Concurso de Cuentos del diario El Nacional (2007); Premio Monte Ávila Editores para Autores Inéditos (2004) y Bienal Literaria del Ateneo de Calabozo (2005).Concurso SACVEN (2007)  Además, fue incluida en la antología de Nueva Narrativa Urbana de Alfadil (2006),y en casi todas las publicaciones colectivas de cuentos venezolanos.

Kristina Ber de Da Costa Gomes, de nacionalidad venezolana, israelí y portuguesa, llegó atendiendo la invitación de un venezolano que le dijo que esta era la tierra bendita, “y no exageró ni una palabra”, afirma, compartiendo su historia:

“Fue en 1975. Estaba recién graduada en Arquitectura en L’École Polytechnique Federal de Lausanne, Suiza, con ciento diez dólares y un bebé de 11 meses. Mi marido, arquitecto de la misma camada, ya llevaba unos tres meses trabajando en Caracas. No fui una “exiliada”. Mi historia nace de casualidades y un poco de espíritu aventurero” .

Su obra se ha desenvuelto entre la arquitectura y la literatura, y hoy otro premio, el Anual Transgénerico de la Fundación para la Cultura Urbana la convierte nuevamente en noticia con una novela, Ficciones asesinas, un thriller que si bien no es testimonial, en sus páginas transita mucho de esta historia nuestra, que hoy parece ineludible a nuestra literatura.

-¿Cómo se da en su caso esa relación entre ambas disciplinas?

“En mi caso, a nivel práctico, la relación era más bien opuesta. Arquitectura (sobre todo en la especialización de Kreska Proyectos C.A., la compañía que tuve con mi marido, en grandes estructuras de acero, tela y vidrio) era mi trabajo diario. En la literatura el lenguaje lo es todo; en cambio, para el diseño, cada vez más dependiente de programas especializados, era suficiente su conocimiento superficial. Tenía pocos ratos libres y había olvidado mi lengua materna, el polaco, la única que me apasionaba para escribir cuando era pequeña. Pero, como asegura un dicho francés: “lo natural vuelve al galope”. Y esa vocación de mi infancia ha vuelto inesperadamente a los cincuenta años. Digamos que llegué a enamorarme de nuestro idioma, a pesar de mi trabajo.

“Hoy, ya jubilada y con unos libros publicados, recordé esa disciplina maravillosa, exenta de las vicisitudes de la práctica, que había estudiado en la universidad, y admito que sí, hay mucha arquitectura en la construcción literaria. Me refiero sobre todo a la profunda relación entre el fondo y la forma que es la base del pensamiento arquitectónico. Nada es gratuito en una buena obra arquitectónica… salvo lo que es puramente genial. Y exactamente eso ocurre en un buen texto literario.

-¿Cómo empieza a escribir en español?

-Aprendí muy rápido hablar español para mi uso diario. Ya era mi tercer cambio de idioma y jamás habría imaginado que algún día escribiría textos literarios, ni, mucho menos, en español. Para practicar mi trabajo (arquitectura, y luego una especialización en diseño industrial de grandes estructuras) no era necesario más que un conocimiento regular de la lengua. Para escribir se necesita mucho más. El peldaño en el que se escribe literatura no es el del lenguaje del uso diario. Y a mí me agarró el ansia de escribir, cuando fui a matricular a mi hijo menor a UCAB. Me puse a estudiar, a leer, me hacía mis propios diccionarios. Era un proceso. Cambio de siglo.

-Háblame de Ficciones Asesinas:

-“Ficciones asesinas” es una novela con un formato policial y el ritmo de un thriller. Al menos eso espero. En ella, Luca Bambino, un (ex) detective de origen italiano, investiga una serie de extraños accidentes cuyas víctimas son personas de tercera edad. Si sus cálculos son ciertos, la próxima sería Bet — la (también ex) escritora Elizabet Rosenberg— su vecina y amor secreto de antaño. El detective, de origen italiano, no es un personaje cualquiera: posee recursos sorprendentes y los usará todos para salvarla. La historia se construye en parte con los fragmentos del diario que Bet escribe para, según dice, mantener su cordura. En el hervidero de paranoias analógicas y digitales que implica vivir en un país totalitario, el más lúcido parece Luca: el único con una enfermedad mental diagnosticada, pero “dueño y señor de su locura, como cualquier superhéroe de Marvel.”

Su novela, afirma, “tiene todos los ingredientes de una novela negra. No obstante, también hay amores, pues no concibo una historia sin ellos. Y espero que se sienta la ironía y el humor que impregnan la novela. A menudo me reía escribiendo, causando cierta preocupación a mi familia. Mis protagonistas son mayores de los setenta como yo misma, y por fin entiendo a mi padre, quien solía decir que hace falta mucho sentido del humor para envejecer. Y yo añadiría que también para sobrevivir en épocas oscuras.

-¿Qué relación tiene esta novela con Venezuela?

La novela se desarrolla “en el hervidero de paranoias analógicas y digitales que implica vivir en un país totalitario”.

“Pero –aclara- Aquel país ficticio no es Venezuela, y su opresivo régimen tampoco es el nuestro. No obstante, confieso que el diario de Bet tiene partes de mi propio diario, y las experiencias de los personajes no parecerán ajenas a ningún lector venezolano. La novela no entra en la categoría de literatura testimonial. No obstante, mostrar las experiencias conocidas en un contexto distópico diferente visibiliza su lado absurdo, que se diluye cuando es padecido de cerca. Y uno de los temas del libro es la imposición del absurdo como realidad: tanto o más eficaz que las armas.

-¿Cuál es su visión de la novela como género actualmente?

Hace tiempo que se ha decretado la muerte de la novela, pero esta, felizmente, no se da por enterada. Este género, en el que, citando a Rosa Montero, reina la misma imprecisión y desmesura que en la existencia humana, sigue siendo, por lo que veo, el que más se escribe y publica. En mi opinión, el interés de los lectores se centra actualmente en dos polos: literatura (incluyendo novela) que se promociona por ser siempre basada en los hechos reales, y, por el otro lado, la fantasía total, con multiversos, zombis y vampiros. Esto es visible también en series y películas. Para mí la ficción está en un punto medio. Ocurre en el cruce de una calle que existe con otra, inventada.

-Por último ¿cómo ve la literatura actual en Venezuela, la de los venezolanos que escriben aquí y los del exilio?

-Como en una reacción a la mengua cultural del país, su literatura está creciendo. A pesar de que la mayoría de nuestros narradores no viven más en Venezuela, siguen escribiendo acerca de ella y, cada vez con más fuerza, nuestra literatura se está haciendo conocer en el exterior. Hay tantos nombres de escritores y títulos de libros que piden ser mencionados, que prefiero no entrar en este tema.

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