In Entrevistas

17 de Febrero de 2010.
ENTREVISTA // EL UNIVERSAL
Ana María Hernández G.

«El personaje es una mujer como yo: soy judía, no muy ortodoxa pero soy lo que soy».

La escritora incluyó en su libro «Para no perder el hilo» historias de vida, aunque sólo una es autobiográfica (Oswer Díaz Mireles)

A la narradora Krina Ber le ha ido bien con sus cuentos. En pocos años ha logrado un conjunto de premios sólidos: ha ganado los concursos Monte Ávila para Autores Inéditos, la XI Bienal Literaria Daniel Mendoza del Ateneo de Calabozo, el 62 Concurso de Cuentos de El Nacional y el VI Concurso Nacional de Cuentos de Sacven. Los reconocimientos siguen y, en los próximos días, tal vez el 25 de febrero, bautizará Para no perder el hilo (Mondadori, 2009) y Monte Ávila le reeditará Cuentos con agujeros.

-¿Los premios comprometen a los autores?

-Son una gran satisfacción, pero comprometen. Cada premio me aterra porque es como en el salto alto: cada vez la barra sube más. Pero siempre hay una dosis de suerte, porque tiene que gustarle a tres personas y eso no es fácil. Yo trabajé en Arquitectura muchos años y nunca recibí premios.

-¿Cómo fue el salto de la Arquitectura a la Literatura?

-Tuve esa inquietud desde muy chiquita. A los 10 escribía y a los 12 publicaba poemas. Eso fue en Polonia y escribía en polaco. Luego emigré a Israel y escribí en polaco un diario hasta los 25 años. Allí dejé la afición hasta que, un día, comencé a enamorarme del español y a escribir de nuevo porque no hay escritura sin amor al idioma.

-¿Se olvidó de la lengua materna?

-Sí, dejé de hablar el polaco a los nueve años. Luego estuve como 30 años sin leer ni escribir nada, solo manuales técnicos y revistas para mujeres. En el año 2000, cuando pasé los 50 años de edad, comencé a interesarme por el idioma. Poco a poco conocí a Antonieta Madrid, Eduardo Liendo, Marisol Marrero, Elisa Lerner, Silda Cordoliani y otros.

-¿Para no perder el hilo son historias de vida?

-Este libro salió hace cinco años y me atreví a meter historias de vida, pedacitos del diario, pero los principales cuentos son de ficción. Sólo uno es autobiográfico y se llama Carta a Klara Ostfeld, una escritora de la comunidad judía de Venezuela que escribió un libro de relatos autobiográficos. Un día me dijo «mándame una historia propia», yo le escribí esta carta en 2005 que es la historia de mis padres.

-¿Dónde está el hilo de todas esas historias?

-Creo que está más en el título que en el texto. Lo que tiene este libro en particular es que carece de unidad temática y estilística y que los personajes buscan su propio relato.

-Hasta ahora sólo ha escrito cuentos. ¿Y la novela?

-La estoy escribiendo desde año y medio. El personaje es una mujer como yo, que trata de recordar correctamente las cosas porque uno siempre tropieza con el desconocimiento. Mi novela trata de mi historia: soy judía, no muy ortodoxa, pero soy lo que soy.

Para no perder el hilo está disponible aunque no se haya presentado.

-Sí, ya ha recibido respaldos como el de Carlos Pacheco que lo analizó en su incorporación a la Academia de la Lengua. Eso vale más que un premio.

-¿Qué lee actualmente?

-Muchas cosas: las obras teatrales de Elisa Lerner, «El mal», de Montano de Vila-Matas, el último de Muñoz Molina, «La noche de los tiempos, «Crónica del pájaro que da cuerda al mundo», de Murakami, el último de Cortázar. Libros recién salidos de muchachos talentosos como Gabriel Payares, Carlos Villareno y Pedro Enrique Rodríguez. Hay futuro en la literatura de aquí. Creo que en momentos de opresión de un pueblo se produce buena literatura.

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