Abril 2015
Sonia Chocrón
Texto de contraportada
Fotografía: Grupo BUENAS LECTURAS
El último verano de una adolescente, de un perro llamado Hudini, de un padre terco, de un amor por coronar, de un deseo prohibido. Y una bahía aparentemente en calma, un litoral y sus gentes, todas aristas de una misma persona, Vilma Sandoval, la chica que nos cuenta casi todo. Que es ella y es otra cuando se desdobla, y es cualquiera de nosotros, mirando al pasado para reconstruir un pedacito de tiempo, vívidamente, como quien se aleja para ver mejor una pintura. Para entenderla mejor.
Porque Vilma es más que un personaje. Es un ser humano que eclosiona, como todos hicimos, hacemos y haremos alguna vez, a la vida. Que es una niña que se hace mujer, en su recuerdo y en el nuestro. Y su relato es a un tiempo la historia de un país, de una derrota, de un poder podrido superior a todo. Pero también es el maravilloso fresco de su despertar, el de Vilma, con todos sus sentidos, al deseo sexual, a las malas intenciones y a las buenas. A la transmutación de todas las cosas, al devenir impredecible.
Y el mar. Y todos los mares posibles. Los engañosos, los furibundos, los seductores, los del peligro. El mar de las mentiras y las certidumbres. El mar de las cosas nuevas y prohibidas. El mar intenso del amor.
Imposible permanecer incólume cuando se revive ese momento de la vida, la adolescencia, como un delirio, como una enfermedad avasallante pero pasajera. Como el vendaval de cualquier tormenta tropical en las costas de nuestra biografía.
Sonia Chocrón.
Abril 2015.