8 de diciembre de 2009
Nuevo Mundo Israelita
Jacqueline Goldberg
Foto: Manuel Sardá
Un segundo y muy esperado libro de relatos de Krina Ber llega a las librerías. Se trata de Para no perder el hilo, en impecable edición de Mondadori. Pudiéramos decir que hay aquí varios libros: uno de relatos y un diario. Pero ambos discursos corren paralelos y muestran en espejo la vida secreta del otro.
La primera persona, tan eludida por incontables narradores, es el punto de vista de una escritura diáfana, reflexiva, urbana, dispuesta a lo cotidiano. No deja de asombrar en Ber el impecable manejo del lenguaje —dado que su lengua natal no es el español, además enraizado a las trampas del polaco y el hebreo—, incluso los giros coloquiales y los venezolanismos que indican que la suya es una atención penetrante, cosida desde la conciencia, la lectura, la obsesión. Los segmentos provenientes del diario de Ber están fechados en muy distantes años y situados en geografías contrastantes como Ibiza, Caracas y Tel Aviv.
Hablan desde la escritura misma, con confesiones sobre el oficio que se imponen como una ventana a lo largo del libro y que dejan un sabor a maravillosos libros por venir, quizá una novela, o incluso un largo relato autobiográfico. Entre los textos hay varios de una extensión tal que pudieran resultar novelas breves e incluso uno —encantador y desconcertante por surrealista— un perfecto guión de cine: “El quiosco de Nidia”, que la autora subtitula “cuento de hadas urbano”. El libro está lleno de situaciones emocionantes, lúdicas, lúcidas.
Es una obra de hilos cruzados, múltiple, que incluso se atreve a introducir dibujos como un retazo más de su acontecer. Hay incontables referencias a un mundo femenino abierto a la experiencia que supera la mera sucesión de incidentes y que se sumerge en la provocación, el suspenso, con finales sorpresivos y una especie de saudade indescriptible.
Una carta a Klara Ostfeld, realmente enviada por la autora, devela la biografía de Ber, sus días en Polonia, su paso por Israel, la conformación de sus intuiciones, su Judaísmo y su destino de escritora.
Un libro sin desperdicio, de los mejores que han pasado por nuestra sala de redacción en mucho tiempo.